El Tiempo del alma

martedì 15 marzo 2016

Dr. Roberto Assagioli

En su libro "Ser Transpersonal" : Psicosíntesis para el nacimiento de nuestro Ser Real,  Roberto Assagioli desarrolla las direcciones en la expansión de la conciencia.  Particularmente en este artículo de la dirección hacia abajo, explora la simbología en las experiencias transpersonales.

Entre los grupos de símbolos para indicar las experiencias y las conquistas superiores abiertas al hombre, he elgido :"La profundización y el descenso", por considerarla uno de los desafíos más difíciles de enfrentar en el camino de trascendencia.

La  forma en que Assagioli lo presenta, en lenguaje claro y sencillo, ofrece a mi criterio, una imagen clara y sintetizadora de:

                "La profundización o descenso al fondo de nuestro ser"


Simbólicamente, la exploración del inconsciente se considera como un descenso a los abismos del ser humano, como la exploración de los "bajos fondos de la psique".
Tal símbolo está particularmente en uso desde que comenzó a desarrollarse el psicoanálisis, aunque no fue descubierto por él. Sus orígenes son bastante más remotos y antiguamente poesía un sentido mucho más profundo.
Basta con recordar el descenso de Eneas a los infiernos, en la Eneida de Virgilio, o la descripción dantesca del Infierno. Además, varios místicos hablan de los "abismos del alma".
Aparte del psicoanálisis, en sentido estricto, existe una corriente psicológica denominada "psicología de las profundidades", representada por Jung y otros. Su principio fundamental afirma que el hombre debe ser fuerte y tomar conciencia de todos los aspectos inferiores y oscuros de su propio ser, los cuales constituyen su sombra, para después incluirlos en su personalidad consciente.
Este reconocimiento y esta inclusión es al mismo tiempo un acto de humildad y de poder: aquel que dispone del poder necesario para tomar conciencia de los apectos más bajos y sórdidos de su personalidad sin dejarse arrollar por ellos, lleva a cabo una verdadera conquista espiritual.
Pero esto puede presentar algunos peligros. Me refiero a la apología del aprendiz de brujo con su admonición: es relativamente fácil conseguir que irrumpan las "aguas", pero después es mucho más difícil llegar a ponerles freno y ordenar que se retiren !.

A este respecto, es oportuno recordar lo que hace un valiente psicoterapeuta, Robert Desoille, creador del método del "rêve éveillé". El se sirve también del "descenso", pero sobre todo de la "subida".
Respecto del descenso Desoille afirma que hay que realizarlo con prudencia, "fraccionadamente", es decir: comenzando por actualizar las realizaciones superiores y después, a medida que el sujeto se va reforzando, proceder a explorar cautamente la zona del inconsciente.
Su objetivo es eliminar la disociación entre la conciencia y el inconsciente inferior, producto éste de la represión, de la condena por parte del consciente, del no querer admitir, por miedo o presunción, que en nosotros exista ese aspecto de nuestra personalidad.
Reprimirlo no sirve para nada: no solo no lo elimina, sino que lo exaspera.
Lo que debemos hacer es redimir esta parte inferior.
Reconocer esta partre de nosotros no significa dejarse arrastrar por ella, sino disponerse a transformarla.
El descenso de Cristo a los infiernos para redimir a sus habitantes posee este profundo significado.

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