El Tiempo del alma

lunedì 30 giugno 2014

Stanislav Grof II Parte



  He extraído y traducido este pequeño texto del ùltimo libro de Stan Grof ·"Sanando las heridas más profundas" (titulo en italiano) para acercarles un material que no ha sido editado en Argentina.

Según Michael Harner, la psiquiatría y la psicología occidentales también muestran un fuerte sesgo cognicentrico, otra forma de decir que en sus especulaciones teóricas sólo tienen en cuenta las experiencias y observaciones relativas a los estados ordinarios de conciencia, mientras que rehúyen sistemáticamente o malinterpretan los datos provenientes de la investigación de estados no ordinarios, como los fenómenos observados en la terapia psicodélica, en poderosas psicoterapias experienciales, en el trabajo con las personas en situaciones de emergencia espiritual, en la investigación sobre la meditación, en los estudios antropológicos en campo o en la tanatología.

 Debido a su incompatibilidad fundamental con el paradigma dominante, los datos subversivos que provienen de estos campos de investigación han sido sistemáticamente ignorados o mal evaluados.

En el apartado anterior he hecho referencia al término "estados no ordinarios de conciencia." Antes de proceder en esta discusión, me parece apropiada  una aclaración semántica.
 Este término es utilizado principalmente por los investigadores que estudian estos estados y reconocen su valor. Los psiquiatras oficiales prefieren el término "estados de  alteración", lo que refleja la creencia que sólo el estado de conciencia de la vida cotidiana representa la normalidad, mientras que todos aquellos que se apartan de ella, sin excepción, no son más que distorsiones patológicas de la correcta percepción de la realidad, por lo que carecen de cualquier potencial positivo. Sin embargo, incluso el término "no corriente" es demasiado amplio para el propósito de nuestra discusión.

La psicología transpersonal, de hecho, se dirige a un subconjunto significativo de estos estados, caracterizado por un potencial heurístico, terapéutico, transformativo, e incluso evolutivo. Este subgrupo incluye las experiencias de los chamanes y la de aquellos asistidos, las de los iniciados en los ritos de pasaje de los nativos americanos o de los antiguos misterios de muerte y  renacimiento, aquellas de los trabajadores espirituales y las de los místicos de todas las épocas, así como las crisis psico-espirituales de los individuos en "emergencia espiritual".

Al principio de mi investigación, descubrí con gran sorpresa que la psiquiatría convencional no tenía un nombre para este importante tipo de estados no ordinarios de conciencia, y por lo tanto lo resolvió usando el término "estados alterados".

 Sentí fuertemente que, por el contrario, merecían distinguirse  de los otros, y ser colocados en una categoría específica, acuñé entonces el término holotrópico (Grof, 1992), que literalmente significa "orientado hacia la totalidad" o "moverse en la dirección de la integridad" (del griego holos = entero y Restrepo, trepein = moverse hacia o en la dirección de algo), sugiriendo que, en el estado de conciencia de la vida de cada día, nos identificamos sólo con una pequeña parte de lo que realmente somos.

 En los estados holotrópicos de conciencia, sin embargo, podemos trascender los estrechos límites del ego corporal e ir al encuentro de un amplio espectro de experiencias transpersonales que nos ayudan a reclamar nuestra identidad completa. He descrito en otra parte las características fundamentales de los estados holotrópicos y sus diferencias con respecto a las condiciones que merecen ser definidas como "estados alterados de conciencia." Desde hace tiempo utilizo este término, y estoy contento de afirmar que su popularidad va en aumento.

Reconociendo la verdadera naturaleza de las experiencias transpersonales, y su valor, la psicología transpersonal ha hecho un progreso significativo en la corrección de los prejuicios etnocéntricos y cognicentricos de la psiquiatría y la psicología convencional.

A la luz de los modernos  estudios sobre la conciencia, la actual denigración  y patologización  irrespetuosa  de la espiritualidad que caracteriza el monismo materialista es insostenible. En los estados holotrópicos, las dimensiones espirituales de la realidad pueden ser experimentadas directamente en modo igualmente plausibles como nuestra experiencia cotidiana del mundo material, si no más. Un estudio cuidadoso de los fenómenos transpersonales muestra que no sólo no pueden explicarse como el producto de procesos patológicos del cerebro, sino que son ontológicamente reales.

Para distinguir las experiencias transpersonales de los productos de la fantasía individual, los psicoanalistas junguianos hablan de dimensiones  imaginarias. El erudito filósofo y místico francés Henri Corbin, quien primero utilizó la expresión “mundus imaginalis”, se había inspirado en el estudio de la literatura mística islámica. Los teósofos islámicos llaman al mundo imaginario, donde todo lo que existe en el mundo sensible tiene su contrapartida, "alam a mithal" u "octavo clima" para distinguirlo de los "siete climas", es decir,las  zonas en las que dividen los geógrafos islámicos tradicionales al 'hemisferio norte. 

El territorio imaginario tiene amplitud y dimensiones, formas y colores, pero no son percibidos por nuestros sentidos de la misma forma en que los percibimos cuando son propiedades de los objetos físicos.
Sin embargo, esta dimensión es, en todos los demás aspectos, ontológicamente real y susceptible de ser consensualmente validada por otros, al igual que el mundo material percibido normalmente  a través de los sentidos.


 Tratto da : “Guarire le ferite più profonde” 
Dr. Stanislav Grof
Traducción del italiano

lunedì 23 giugno 2014

domenica 15 giugno 2014

sabato 14 giugno 2014



 Cuando no sepas qué ocurre en un grupo, no claves más tu vista. Relájate y mira suavemente con tu ojo interior.

Cuando no entiendas qué dice una persona, no persigas cada una de sus palabras. Rinde tus esfuerzos. Silénciate interiormente y escucha con tu ser más profundo.

Cuando te asombre algo que veas o escuches, no luches por entender. Retírate un momento en ti mismo y cálmate. Cuando una persona está en calma, lo complejo se pone simple.

Saber qué ocurre, no empujar, abrirse  y estar atento. Mira sin clavar la vista. Escucha con más quietud que agudeza. Usa la intuición y la reflexión en lugar de descifrar.

Mientras más te liberes de tu empeño, y mientras más abierto y receptivo estés, con más facilidad sabrás qué está ocurriendo.

Además, quédate en el presente. El presente es más accesible que los recuerdos del pasado y que las fantasías del futuro.

Por lo tanto, pon tu atención en lo que ocurre aquí y ahora.