Una de las mayores trampas que tenemos en Occidente es nuestra inteligencia, porque queremos saber que sabemos.
La libertad nos permite ser sabios, pero no se puede conocer la sabiduría, se debe ser la sabiduría. El intelecto es un maravilloso servidor, pero es un dueño terrible. Es la herramienta de poder de nuestra separatividad. El corazón intuitivo y compasivo es la puerta de nuestra unidad.
El camino espiritual lo más que puede ofrecernos es una oportunidad de volver a la innata cualidad compasiva de nuestro corazón y a nuestra sabiduría intuitiva. El equilibrio se produce cuando utilizamos nuestro intelecto como un servidor, pero no cuando nos vemos enredados o atrapados en nuestra mente pensante.
El camino espiritual es una oportunidad y un don para nosotros. Cada uno de nosotros debe ser auténtico consigo mismo para encontrar su propio y único camino. Cada cual ha de permanecer fiel a sí mismo.
Tenemos la suerte de convertirnos en la verdad que hemos estado anhelando. Una de las actitudes más relevantes de Gandhi era:"Mi vida es mi mensaje".
El rabino decía:"Yo iba a ver al Sadic, el místico rabino del otro pueblo, no para estudiar la Torá con él, sino para ver cómo ataba sus zapatos". San Francisco dice:"No vale la pena caminar para predicar, a menos que nuestra predicación sea nuestro caminar".
Tenemos que integrar nuestra espiritualidad en nuestra vida cotidiana, aportándole ecuanimidad, alegría y el asombro de lo sagrado. Tenemos que tomar con nosotros la capacidad de mirar el sufrimiento con el ojo y abrazarlo dentro de nosotros sin que nuestra mirada lo advierta.
Cuando yo trabajo con enfermos de sida y estoy sosteniendo a alguien, mi corazón se rompe porque quiero a esa persona y ésta sufre mucho. Sin embargo, al mismo tiempo están dentro de mí la ecuanimidad y la alegría. Es casi demasiada paradoja para poderla contener dentro de mí. Pero toda la ayuda real consiste en esto. Si uno se limita a ser atrapado por el sufrimiento, lo único que hace es agrandar el agujero de la persona que sufre.
Trabajamos espiritualmente en nosotros mismos como una ofrenda a nuestros semejantes. Porque hasta que hayamos cultivado las cualidades de paz, amor, alegría, presencia, honradez y verdad, todos nuestros actos están teñidos por nuestros apegos.
No puede uno esperar a estar iluminado para actuar, así que utilizamos nuestros actos como instrumento de trabajo sobre nosotros mismos.
Mi vida entera es mi camino, y esto es así para cada experiencia que tengo.
Muy interesante.
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