El Tiempo del alma
venerdì 16 febbraio 2018
La danza peregrina del alma
El alma sabe por qué y para qué ha venido a esta Tierra.
Un viaje místico se inicia con la vivencia de esta realidad y nos invita, como conciencias itinerantes,a consagrar la vida en la comprensión de la existencia del impulso vital impreso en el anhelo álmico.
Un buen caminante se entrega en un acto de liberadora disponibilidad a que el anhelo le recuerde el camino hacia su corazón: la verdadera experiencia del reencuentro con nosotros mismos.
Un atento caminante percibe la necesidad de aflojar el paso y descender hasta las profundidades de su ser para escuchar los sonidos de su alma que testifican y certifican la particularidad de su recorrido.
Un valiente peregrino acepta el desafío ilusorio de sus sentidos físicos y se rinde humildemente al límite de su comprensión intelectual. Estimula su propia vivencia saltando sobre un intelecto reasegurante.
Una tarea ... una misión se va delineando progresivamente. Un propósito va re-significando y dando sentido al viaje.
Una forma superior de vida va emergiendo iluminando estrechas fronteras y acariciando nuevas aventuras. Sentirse a salvo no es el camino de la Conciencia.
Todo progreso, todo proceso de crecimiento, sólo puede surgir de la posibilidad de que algo que hasta ese momento se hallaba fuera de toda experiencia resultara posible. Lo innovador surge a partir de la creencia de la posibilidad de que algo se manifieste.
Thorwald Dethlefsen expresa: "El deber de todos nosotros consiste en la evolución, y nuestro objetivo es el hombre plenamente consciente. Pero para adquirir esta plena conciencia primero hay que despertar".
Así el peregrino se apoya en la certeza que la aceptación de las pruebas que su nivel de conciencia le ofrezca lo ayudarán a ser consciente de su peregrinar en un acercamiento paulatino a la sabiduría interna.
El caminante de los mundos vibra en la constante peligrosidad de desestructurar y descontracturar sus identidades repetidamente ejercitadas para ir abrazando sus nuevas realidades. Asume el instante de su propio desconocimiento en el riesgo de convertirse en algo diferente. Reencontrarse más allá de esta nueva imagen es todo un reto.
Favorecer el alumbramiento de la sombra conlleva fortaleza y responsabilidad.
Su reconocimiento e integración es un acto de humildad y una verdadera conquista espiritual.
Pero el viaje no es temporal aunque se manifieste en la linealidad del tiempo. El viaje es un movimiento circular ascendente, una danza mágicamente sincrónica que nos envuelve en la eternidad de la Conciencia.
Annamaria Saracco
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