El Tiempo del alma

lunedì 25 gennaio 2016

James Hillman - La curación de la sombra

                        

La curación de la sombra constituye un problema moral que nos obliga a reconocer lo que hemos reprimido, darnos cuenta del modo en que lo hacemos, cuáles son nuestras racionalizaciones, de qué manera nos engañamos a nosotros mismos, qué tipo de objetivos perseguimos y a quiénes seríamos capaces de dañar, e incluso destruir, para conseguirlos.

Por otra parte, la curación de la sombra es también una cuestión de amor.
En qué medida aceptamos nuestros aspectos más abyectos, desagradables y perversos?
Cuánta caridad y compasión mostramos ante nuestra propia debilidad y enfermedad?
Cuál es nuestra participación en la construcción de una sociedad basada en el amor en la que tenga cabida todo el mundo?

Yo suelo utilizar la expresión"curación de la sombra" para resaltar la importancia del amor, porque si sólo tratamos de curarnos a nosotros mismos y centramos todo el interés en nuestro "yo", el proceso suele degenerar en una atención desmedida a nuestro ego que sólo conseguirá fortalecerlo y engordarlo para alcanzar sus metas, simples remedos de los objetivos de la sociedad.

Si realmente queremos curar nuestras debilidades, nuestra obstinación, nuestra ceguera, nuestra insensibilidad, nuestra crueldad, nuestra falsedad, etc, deberemos inventar nuevas formas de convivencia en las que el ego aprenda a escuchar sus aspectos más desagradables, aceptarlos y llegar a amar incluso al más abyecto de todos ellos.

Amarse a uno mismo no es una tarea nada sencilla porque eso significa amar todo lo que hay en nosotros, hasta la misma sombra que nos hace sentir inferiores y socialmente inaceptables.

Es por ello que la atención que prestamos a nuestras facetas más abyectas forma parte del proceso de curación.
Pero cuidar de la sombra, en ocasiones, no significa más que asumirla. Así pues, el primer paso importante del proceso de curación de la sombra tan sólo consiste, como hacían los antiguos puritanos o los judíos en su interminable diáspora, en llevar la sombra con nosotros, es ecir, en tomar conciencia cotidianamente de nuestros pecados, en permanecer atentos para que el Diablo no nos tome desprevenidos, en emprender un largo viaje existencial cargando una mochila llena de piedras sin nadie a quien recurrir ni una meta segura que alcanzar.
Pero resulta imposible planificar este viaje que pretende que nuestros defectos se adecuen a os objetivos del ego

Por eso es tan difícil amar.
Para amar a la sombra es necesario aprender a llevarla con nosotros.


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