El Tiempo del alma
martedì 18 agosto 2015
Carl G. Jung. AION: Contribuciones a los simbolismos del sí-mismo
Se puede, al parecer tratar algunas ciencias con sólo el intelecto, pero en la psicología, cuyo objeto presenta un aspecto más de los dos representados por la percepción sensorial y por el pensamiento: la función de valor, el sentir, es un factor integrante de la orientación consciente, y por lo tanto no puede faltar en un juicio psicológico más o menos completo, porque sino, resultaría incompleto el modelo propuesto para el proceso real. Todo proceso psíquico tiene como propiedad inherente el valor, o sea la tonalidad afectiva. Esta indica hasta qué punto el sujeto es afectado por el proceso, o sea cuán importante o significativo es para él (naturalmente, en la medida en que ese proceso alcanza el nivel de la conciencia). Por medio del "afecto" el sujeto queda participativamente involucrado y llega a sentir todo el peso de la realidad. La diferencia corresponde, pues, aproximadamente, a la que existe entre la descripción de una enfermedad grave que uno lee en un libro y la enfermedad real que uno padece. Psicológicamente, uno no posee nada sino lo que puede serle objeto de experiencia real. Una comprensión meramente intelectual significa, pues, demasiado poco, pues sólo se sabe el objeto de palabra, pero no se lo conoce sustancialmente, desde adentro. Son más de las que podría esperarse las personas que temen al inconsciente. Tienen ya temor a la propia sombra; si se llega al anima o al animus, ese temor se convierte en terror pánico.La sola superación de ese miedo significa eventualmente una hazaña mortal de magnitud nada común, y sin embargo no es la única condición que debe cumplirse para encaminarse hacia la experiencia efectiva del sí-mismo.
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