Para reencontrarnos con nuestra naturaleza universal debemos atravesar la muerte en vida, la muerte mística que disuelve nuestra personalidad y nos permite el contacto con el centro mismo de nuestro Ser.
Viajar a través de la muerte es un instrumento que favorece la sanación y el crecimiento personal.
Morir en vida tiene múltiples valores: significa destruir la jaula de la identidad mental construida por el ego y sumergirse en el océano de poder natural que se encuentra más allá de los muros del yo.
Destruir los confines del propio ego es, en realidad, morir a la propia identidad sostenida por la máscara que usamos que esconde la verdadera naturaleza esencial.
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